[Aceptando una divertida propuesta de Isabel Romana, hoy un cameo de Catulo, bardo, poeta y genio romano.]
Caía la tarde. Dejó su bolsa de cuero sobre una piedra y, suspirando, se sentó a la sombra de un olivo. Tosió delicadamente, como era habitual en él, hombre de exquisitos modales y mejor lírica. Se mesó los rizos y enganchó un dedo en una trencita que horas antes le hiciera, entre risas, la hija de su ama de llaves.
La hermosa hija del ama de llaves.
Querría abalanzarse sobre ella, comérsela viva, y rogarle que trenzara no sólo su cabeza sino también el abundante vello negro que poblaba su cuerpo cincuentón.
Querría haberla rodeado con todas sus extremidades y aún más, y haberla aspirado por sus fosas nasales hasta que no quedase nada más que un hálito.
Lamentablemente, tenía diez años.
¿Y qué de aquel muchachito de los baños, el que le deleitaba cada noche a la flauta tras entregarle su toalla y su paño caliente?
Habría recorrido su espalda con la lengua, empezando por su delicadísima nuca y acabando ahí donde el camino se bifurca en dos para mostrarle el oscuro misterio de sus colinas.
Pero aún sólo le llegaba a la cintura, una altura muy satisfactoria, aunque sería preferible que la alcanzase de rodillas.
Ah, Catulo. Has renegado de tus intenciones volcando tus deseos sobre los versos más bellos de amor a post adolescentes muchachas y muchachos. Te has ahogado en un río de delicadísimas estrofas en loor de los pechos turgentes y los labios carnosos, las voces graves, los muslos velludos, los traseros blancos y redondos, los...
Te muerdes un labio y rabias derrochando saliva que en otrora ocasión hubiera tenido mejor recipiente.
¿Por qué nadie te deja en paz? ¿No es eso lo que quieren?
Tomas la pluma, escupes, pegas una patada al suelo lanzando briznas de hierba sobre tu cabeza.
Escribes:
Pedicabo ego vos et irrumabo,
Aureli pathice et cinaede Furi,
qui me ex versiculis meis putastis,
quod sunt molliculi, parum pudicum.
nam castum esse decet pium poetam
ipsum, versiculos nihil necesse est;
qui tunc denique habent salem ac leporem,
si sunt molliculi ac parum pudici
et quod pruriat incitare possunt,
non dico pueris, sed his pilosis,
qui duros nequeunt movere lumbos.
vos, quod milia multa basiorum
legistis, male me marem putatis?
pedicabo ego vos et irrumabo. (*)
Escupes de nuevo, riéndote de ti mismo. Te rascas una pierna. Te levantas, bostezas y te vas, moviendo tu laureada cabeza de lado a lado e implorando a Marte que de una vez por todas lance una plaga de ratas sarnosas sobre las arrugadas retaguardias de tus críticos.
(*) Traducción:
Os daré por culo y me la chuparéis,
Aurelio el maricón y Furio la bailarina loca,
vosotros que, partir de mis versos, porque son delicados,
opinásteis que yo era un desvergonzado.
Pues es bueno que un poeta prudente sea recatado,
pero no es necesario que lo sean sus versos;
que al fin y al cabo son ingeniosos
si son delicados y desvergonzados,
y que también pueden incitar aquello que excita,
no digo a jóvenes, sino a hombres de pelo en pecho,
que no saben follar bien.
Vosotros, porque leísteis mis "muchos miles de besos",
¿Me creéis menos hombre?
Os daré por culo y me la chuparéis.
18 comentarios:
Mariasantísimadelamorhermoso!
Srta. Alicia, casi estoy por negarme a creer que Catulo fuera capaz de tamañas procacidades: de pensarlas, de acometerlas y de escribirlas.
Magnífico relato, divertido, picante y cínico.
¡Increíble, amilibis!. Me encanta el Catulo desvergonzado, y has sabido retratarlo en esa vertiente, con tanta gracia como él invierte en su poema. Mil gracias, guapa, está resultando la mar de divertido. Disculpa que haya tardado, se me ha desconfigurado la página y ando loca tratando de arreglarla (sin éxito). Pongo enseguida tu entrada. Besazos.
Sutil ... sorprendente base. Valdría masculinizar más al personaje maschio de tus relatos, así el equilibrio de la activo y lo pasivo se vería desbordado ...
Un buen retrato, Anilibis.
Me ha llamado la atención una vena humorística muy sutil e inteligente.
Enhorabuena.
Alicia Liddell:
Fíjate tú, yo creo que sería incluso capaz de más. Pero dejemos correr un tupido velo de tiempo...
Isabel:
Ha sido un placer. Me vino como espontáneamente y si te digo la verdad, una vez que había elegido un poema (no podía ser otro, claro) pues no tenía ni idea de cómo iba a vestirlo. Me alegro de que te gustara.
El del espejo:
Gracias por tus palabras, pero... no entiendo muy bien. ¿Masculinizar más a los personajes masculinos? Todos son diferentes entre sí, y si hablas de "activo / pasivo" no creo que eso sea necesariamente cuestión de género...
kafkaprocesado:
Gracias. Mejor reírse que espantarse, ¿no?
Precisamente lo que dice Harry coincide más o menos con otro blogero que curiosamente ha elegido el mismo poema. Fantástico post el tuyo, por cierto.
Sepa, mi querida Anilibis, que sus dos últimos textos (inéditos hasta hace días para mí) me han acompañado durante mi convalecencia impresos en papel.
¡No se vaya a creer que no la sigo espiando desde el ojo de la cerradura!
Felicidades. Siga escribiendo.
Hola, vine a verte otra vez. ¿Te animarías con Lesbia? Besitos.
Harry Haller: tienes harta razón. En todo escrito hay algo de uno mismo. Incluso en este podría haber algo de mí... ¿quién sabe? prefiero no decir qué.
No se me había ocurrido eso del soneto... simplemente lo dividí acorde a las estrofas. ¡Yo no sé latín!
Usuario anónimo:
Gracias, ya he visto que Catulo vence barreras y hasta estatuts (es broma). Muchas gracias también por tus amables palabras.
Asmadeus querido:
No sé si inquietarme o no por su espionaje a mi persona. Espero que mis palabras hayan colaborado, junto con el resto de los medicamentos, a su pronta mejoría. ¡Usted sólo es convaleciente de la fiebre de vivir!
Isabel Romana:
Me atreveré con Lesbia, por supuesto. He estado por ahí y tengo algo que subiré pronto, pero vive dios (el Dios Marte, por supuesto) que Lesbia hará su visita. Besos.
Asmadeus, me preocupa usted. ¿No había superado la varicela y el sarampión? Creí que era inmune a las enfermedades que asolan nuestro mundo.
Le deseo que se restablezca pronto. Soy egoista, no puedo pasar una semana sin noticias de Bob.
Umm... bueno, es una tontería, realmente. A ver, eso de "cuerpo cincuentón" referido a Catulo, pues va a ser que no. Si nació hacia el 87 a.n.e y murió hacia el 54 a.n.e tendría alrededor de 33 años entonces, una edad apropiada para morirse un poeta, como supongo que coincidirán todos.
Claro que eso es un detalle. En lo personal detesto las cronologías y le presto muy poca atención a las fechas. Además, lo importante, que es lo que escribiste, está bien, me gustó.
Y Catulo sí que era obsceno, como le correspondía a un romano. Junto a sus delicados poemas a Lesbia (Clodia Pulquer, una tipa de cuidado, hermana de otro tremendo personaje) aparecen otros que descubren otra vertiente de la poesía de la época. Es refrescante cuando un escritor es capaz de manejar registros tan diversos.
Hola anilibis, venía a ver si ya asomaba el careto de Lesbia, pero veo que se ha entretenido en el banquete. Besitos.
Hola anilibis: No se si has visto que el asunto se ha puesto muy feo para Catulo. Ve preparando pues a tu Lesbia - según me anuncias - porque él está dispuesto a ir contra ella. Espero que el stand-by sea por buenos motivos. Besitos.
¿Te fuiste a la playa?
¿De viaje?
¿Sin avisar a la audiencia?
Espero que estés bien.
Saludos, anilibis.
Gente, he vuelto. He estado ausente por motivos varios, de esos que bloquean y no dejan salir a las palabras: una pequeña tragedia emocional, la enfermedad de un ser querido, la muerte de mi tía, una mudanza, el calor intolerable de esta ciudad... en fin. Todo eso. Pero el muelle ha vuelto a hacer "boing".
Gracias por estar ahí.
Gabriel Syme:
Bueno... lo de "cincuentón" no fue una licencia poética sino una falta total de cultura histórica por mi parte. Que yo en seguida me pongo a imaginarme mis películas a mi manera y luego ... me olvido completamente de la realidad.
Gracias por tu comentario y visita.
Jesúsamorosomimásfinoamantequierontodoinstanteentregarmeavossssssssss!!!!!! Hasta el primer esfínter me llega el fecho de que vos, gentil criatura, leáis Catulo. Yo, por mis partes, mil digitalizaciones mémbricas fíceme a cuenta de aqueste y otros sus poemas. ¡Enhorabuena! Y que no palme vuestro pajarito. Lugete, o veneres cupidinesque...
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