Estaba claro que había llegado a un lugar donde las reglas eran diferentes. Era curioso: pensé que todo lo que me había ocurrido había sido a causa de las drogas. Pero en realidad no era más que el mundo que se abría en todas sus facetas y yo, que nunca lo había visto tan de cerca, había saltado dentro de su espiral. Nada había cambiado, con la excepción de que mi cuerpo, tras haber vencido la enfermedad, me había devuelto una visión un poco menos manipulada de la realidad pero sí más lúcida. La realidad era muy diferente a como yo la había imaginado antes de aquel viaje.
Desperté de madrugada con el sonido de las campanas de la iglesia, salí al balcón y oteé las nubes danzantes de golondrinas en el cielo griego. Achinando los ojos, intenté adivinar – como Eurípides – dónde me llevarían ese día. Se lo pregunté a Yiannis.
- Deja de filosofar con tu vida y sé una turista de una vez por todas.
Le miré en silencio, metí mi cuadernillo en el bolso, escondí la cámara y salí con él a la calle. Nos despedimos en la plaza de Evangelismos, en la parada del autobús. Él se fue a su trabajo y yo a la Acrópolis.
En las primeras luces del día, caminando calle arriba, la ciudad se desperezaba a toda rapidez a mi paso. Al llegar a Syntagma, una ordenada tropa de soldados con vistosas mallas y camisas blancas repicaron sus botas en el cambio de guardia, cimbreando las orlas rojas en la breve brisa que moriría con el sol de verano. Las terrazas ya estaban pobladas de jóvenes sorbiendo frappés fríos y jugueteando con pulseras de cuentas de metal. Y en la Plaka, los comerciantes desempolvaban las mesas para alinear sus puestos de ropa y abalorios bajo los toldos multicolor. Me senté a desayunar a la puerta de un café, y esperé, escribiendo, a que pasara el rato hasta la hora de apertura.
A las diez de la mañana subí las escalinatas esquivando turistas como una ardilla. Lo primero que vi fue el Partenón, inmenso, abierto, roto, desgastado y cansado, pero igualmente inmenso. Sí, soy impresionable y entonces lo era aún más. ¡Había llegado al Olimpo! Y me lo tenía ganado.
A pesar de las masas que ya poblaban la zona a primera hora, pude disfrutar del entorno e imaginarme ahí entonces, en el principio de los tiempos. Es en lugares así que realmente se cobra conciencia de la historia e incluso del papel de cada uno de nosotros en ella.
Pero era también irónico que precisamente lo que ahí faltaba – los relieves de la fachada, las hermosas Cariátides del Ectereión y tantas otras reliquias - era falso. Las imitaciones eran casi perfectas, pero falsas. Los originales están alegremente custodiados por los londinenses – aquellos que no me abrieron las puertas al principio de mi viaje. Pasando mis dedos por las piedras de los templos violentados, me sentí como Byron dispuesto a morir en tierras helenas. ¿O era el sol? Una vez más, se me nubló la vista. Miré a mi alrededor: llevaba cuatro horas paseando de un lugar a otro de la Acrópolis, soportando empujones de rollizos americanos o de japoneses despistados, y mirando hacia las cúspides de las columnas aturdida. La ropa se me pegaba al cuerpo y el polvo me llenaba los ojos. Salí corriendo sin siquiera decir adiós a los dioses, y tracé con el dedo en el mapa una línea vertical hacia arriba, hacia el norte, donde aparecía el azul del mar.
Nunca se me dieron mal los mapas ni las guías, a pesar de mi condición femenina. Había líneas de autobuses que salían de Syntagma, y en media hora me planté en la parada. El truco de meter la cabeza entre el torrente de gente entrando en el autobús nada más abrir las puertas y gritar al conductor: “Beach?!” parecía funcionar: todos decían que no, pero que el siguiente autobús sin duda me llevaría. Una hora después, cuando casi había perdido toda esperanza, un conductor me miró directamente a los ojos y replicó:
- Yes. Beach. Limanaka. Very nice.
Very nice me venía muy bien. Me subí al autobús, conseguí un asiento a la sombra y apoyé la cabeza contra el cristal. Cuando empezó a aparecer la costa, una hora después, llegaba también la tarde. Yiannis debía estar volviendo a casa.
- Un bañito y vuelvo en el siguiente autobús - me dije.
Me bajé, bajo indicación del conductor, en las playas de Limanaka. Me dejó en una larga carretera polvorienta. Antes de arrancar agitó la cabeza hacia el mar: obedecí y cambié mi rumbo. A la izquierda, una ladera pedregosa y empinada descendía hasta una caleta tan azul que casi dolía mirarla. Compré una botella de agua en un tenderete y bajé cuidadosamente por la colina. No llevaba ni una toalla, pero la camisa serviría.
Viendo que todo el mundo estaba desnudo y estratégicamente desperdigado entre las rocas, hice nudismo por primera vez en mi vida. Al fin y al cabo, nadie me conocía y mi celulitis permanecería en el anonimato. Me tumbé sobre una roca y dormité un rato. Cuando desperté, escuché unas risas entrelazadas con chácharas ininteligibles. Lo primero que vi fue una serie de dunas redondas y tostadas al sol de la tarde. Por un momento, pensé que había muerto y resucitado en Arrakis. Pero luego comprobé que se trataba de cuatro culos. Cuatro chicos y una chica se habían tumbado, como Dios les trajo al mundo, a escasos centímetros de mi camisa, mi bolso y yo.
Me saludaron. Les saludé. Me ofrecieron un porro y me negué lo más elegantemente que mi desnudez podía permitírmelo. No parecían muy convencidos del hecho de que su presencia había desbaratado mi vida en ese momento. No sabiendo cómo reaccionar, sonreí tímidamente y, antes de entrar en una conversación para la cual no estaba aún preparada, escondí mis cosas bajo la camisa y bajé al agua. Ahí abajo nadie reparaba en mí: aquello era maravilloso. Chapoteé feliz un rato muy largo mirando al horizonte infinito del Egeo e intentando adivinar las siluetas de las Cíclades, hasta que empezó a oscurecer. Tendría que volver y coger otro autobús, aunque ello supondría salir del agua desnuda, cual Afrodita, y tal vez confraternizar con mis vecinos. La idea, ya despierta, no parecía tan mala. Pero cuando me aproximé a mi roca comprobé que ya no estaban.
Y comprobé otra cosa:
Se lo habían llevado todo, menos, piadosamente, mi ropa.
22 comentarios:
Siento de verdad haber tardado tanto en volver. ¡Casi dos meses! La vida de una currante tiene esto, y si encima le añades actividades extracurriculares (y no siempre lúdicas) - y el bloqueo que me acucia más a menudo de lo que yo quisiera - ocurren estas cosas. Para mí es un placer que me leáis y una alegría que me visitéis, lo digo en serio. No pienso desaparecer. Gracias a todos.
Con suerte, actualizaré antes de irme de vacaciones - a Londres. Si no vuelvo ya sabéis dónde estoy :)
hola ,me gusta nucho como escribes ,en esta aventura que cuentas de la playa nudista ,estoy seguro que si hubieses aceptado aunque solo hubiese sido una caladita del porro,los acontecimientos habrian cambiado,el refran de "a donde fueras haz lo que vieras"a mi personalmente me funciona casi siempre. un saludo
!!LEGALIZACION DE LA MARIHUANA YA !!
Jejeje, vaya final. Suele pasar. Me ha gustado como lo has relatado.
Esa sensación de liebrtad y frescor sin límites, la he experimentado mucho en las casi desiertas playas de la isla majorera y entre las dunas del sur de Gran Canaria.
Saludos.
hola, te convido a leer mis poesias (historias cortitas)...
Te voy a ser sincero: entré en este -tu blog- por una de esas nimias casualidades de la red cibernética; luego, por otra de esas curiosidades, esta vez no de la red sino de la vida, empecé a leer tu último post, es decir, éste. Y no he parado hasta llegar a la última línea, y tus letras me transportaron a otro lugar, y me recordaron a mi querido Orfeo tocando su lira a Eurídice, encantando incluso al mismísimo Cancerbero a las puertas de la muerte. Me gustaría seguir en contacto contigo.
Hoy las nubes saben a chocolate.
Una sonrisa.
Aquel verano en Atenas a nadie le ocurrió nada por que todo te ocurrió a ti. Con tu humor y tu frescura esta canícula lo parece menos. Guapa!!!!
No sé por qué, pero estaba convencida de cómo iba a finalizar su aventura playera. Es que no escarmienta.
Por cierto, confío en que en ESTE viaje a Londres no haga acopio de materiales cuyo uso y transporte esté bajo estrictas reglas. Otra aventura ateniense sería demasiado hasta para el sufrido Yiannis.
Cada parte supera la anterior.
Gracias por hacerme disfrutar tanto.
Kalimera, Alicia:
No sé quién dijo aquello de que es más excitante ocultar que mostrar. Supongo que sería un reprimido, o tal vez un bohemio con más imaginación que gallardía. A mí los cuerpos desnudos me gustan muchísimo, y no digamos ya si son bonitos...
Sin embargo, me parece mucho más agradable charlar con un delicioso frappé que tostarme al sol con el rabo -o el najas- al descubierto. Lo único que puede salvarme del tedio, y no es coña, es una conversación cachonda...
También es verdad que se puede disfrutar de una agradable -y muy cachonda- conversación contemplando dos buenos pares de culos. Porque los culos, a diferencia de los penes, sí me parecen hermosos y dignos de muy atentas miradas.
Ah, por cierto, enhorabuena por el texto...
Un abrazo,
El Kipriako Stavrogin
tía, estoy perdida...
Estimada cuervoamiga:
Vaya por delante que m'hancantao la nueva ilustración para la cabecera del blog.
Vaya por detrás que no te preocupes demasiado por las posibles tardanzas, porque en tu casa las esperas siempre merecen la pena.
Y vaya por el medio lo de más enjundia: las grecoandanzas de la protagonista continúan regocijando y sorprendiendo. El primer párrafo se posó en mi mente como una hoja despistada... y es que esporádicamente podemos redescubrir la realidad de un modo diferente, pero nunca por completo.
Buen viaje y felices vacaciones.
Que suerte he tenido al conocerte a estas alturas del relato y haber podido bebérmelo todo de un trago porque me imagino comiéndome las uñas hasta el muñón esperando cada fascículo, y eso que por suerte no tengo ese vicio, pero estoy segura que me lo hubieras provocado.
Te disfruto mucho y te lo agradezco y, aunque veo que no te faltan admiradores, espero que no te canses nunca de recibir piropos porque los mereces.
Por cierto, gracias también al amigo Mariano por difundirte. Yo por mi parte haré lo mismo, con tu permiso, claro.
Besos
ufff..al menos respetaron tu ropa.
No tardes mucho en seguir contando.
Aunque sea desde Londres no?
Besos agradecidos.
A ver si eran las cariátides y los efebos disfrazados de humanos seres... Aunque no tenían el corazón de piedra, puesto que te dejaron la ropa.
Al fin y al cabo, todo tiene su lado bueno. Te quedaste sin tus cosas pero pudiste, al menos, presenciar unas dunas.
Entusiasmado estoy con tu blog.
Saludos cordiales.
Es que parece que lo veo todo paisajes, culos, a ti cual Afrodita. ¡Ay señorita! ¡Menudo periplo!. Aunque pueda empezar como entretenimiento leerte es todo un placer. "Te sales minerales". Ya he actualizado algo (gracias por recordármelo), que no tengo disculpa. Estoy en constantes viajes y en "momento transformación" (sobre todo que soy bastante inconstante). Disfruta de las vacaciones y carga mucho las pilas. Se te espera lo que haga falta.
Melhores Momentos Virtuais
Sta. Aníbilis, es usted la nueva "Jack London" de Madrid, sus aventuras, a falta de barco, alaska, nieve y etcétera, tiene todos los ingredientes de las entregas bimensuales de una novela de aventuras.
Enhorabuena.
besitos.
Espero a Londes no te vayas en pelota picada, tal como te han dejado los griegos. Aunque oye, quizá no estuviera mal... Que disfrutes mucho, guapa. Y vigila el bolso. Un abrazo.
Buho299
Me suenas... ¿No serás profe de música?
¡¡Legalización, ya!!
Polvo eres:
Bueno, no es el final... TODAVÍA. Entiendo bien tus palabras sobre las playas, lo dice una que no ve una ídem desde hace más de un año. Lo que daría en estos momentos por mecerme al son del oleaje - eso sí, al atardecer y sin turistas.
Saludos..
otra vez viajar al olvido:
Gracias, me pasaré a ver tus poesías.
darthz:
Me hace ilusión que me leas al revés, como si fuera el protagonista de "Memento" - pero con menos pelo y tatuajes. Muchas gracias por tu visita. Hasta pronto.
Mariano:
Razón tienes, porque aún quedaban cosas por ocurrir. ¡El horror, el horror!
Besos, zeñorito andalú.
Alicia Liddell:
Es que usted tiene clarividencia. Es más lista que todos nosotros juntos.
Sí, como vio fui a Londres y conseguí entrar (y salir) sin problemas. Lástima. :)
molloy:
No digas eso...Ahora, ¿cómo supero esta?
De nada, compañero
stavrogin:
Dicen que los culos son atractivos porque imitan a las tetas.. o tal vez es al revés. En todo caso tienes razón en decir que los culos son más bonitos que los penes, si bien es verdad que huelen peor (por lo general). Pero no es nada que una buena higiene no solucione.
Kalinyxta, compañero.
daky:
¿?
gelbros j3:
Pues a mí me parece que Cuervolandia es un lugar mucho más inquietante que esta mi humilde morada. Me alegro de que aún así te guste. Eso de la realidad... totalmente cierto. Piénsalo. ¿Qué es real?
Gracias por la visita.
Diafana:
Mil gracias por pasarte por aquí. Los amigos de Mariano son mis amigos. En cuanto a lo de los piropos, ya me gustaría a mí tener más críticas. Alguno hay que tal vez lo hace con intenciones secundarias, pero - inocentes ellos - poco se imaginan que soy un camionero chepudo y bigotudo.
Bromas aparte, gracias por la visita. Estaré visitándote.
Clarice:
Quién sabe, igual sin ropa hubiera sido más interesante. Todo es dejar volar la imaginación. Pero dejemos que sea así, que hay límites y una no puede cargar con todo. Besos y gracias como siempre.
Augusto:
Más de una vez me pregunto si no serán extraños seres y supra-criaturables quienes me cruzo por el camino. Porque, desde luego, LOS RAROS SON ELLOS. Está claro. Vamos, fijo. Dónde vamos a parar.
Besos.
ray:
me entusiasma tu entusiasmo :) gracias y saludos.
vanesolo:
Eso del "momento transformación" suena muy bien, espero que me mantengas informada. Que tú eres una chica con recursos. Besos.
ray:
¡Un premio! Pondré la imagen en cuanto tenga un momento. Muchas gracias. De verdad.
Jody Dito:
Jack London nada menos. No sabe usted a lo que se expone. Que TODAVÍA no he empezado con el terror!!! :)
Isabel Romana:
Fui, vi y volví. De una pieza. Menos mal. Y sólo me desnudé en la ducha. QUé le vamos a hacer, una se hace vieja. besos.
"nadie me conocía y mi celulitis permanecería en el anonimato". JAJAJAJ, muy buena esa frase, pero te tenías que haber quedado hablando con ellos.
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